domingo, 17 de julio de 2016

Javier Aguilar Amoedo: «No encuentro ningún inconveniente para escalar por ser ciego»


Javier Aguilar (Lorca, 1983) estira su brazo con seguridad para agarrar uno de los salientes de la pared vertical del rocódromo, mientras Ama, la perrita que siempre le acompaña, reposa medio dormida sobre una colchoneta. Son las nueve y media de la mañana y no hay nadie más en el pabellón de es Viver, salvo el conserje. «Al principio no querían dejar pasar a la perra, pero claro, no podíamos separarles», cuenta el empleado.

- ¿Qué hace un murciano residente en Granada colgado de una pared en un rocódromo de Ibiza?
- Entrenar. A Ibiza he venido a trabajar como quiromasajista, pero tengo que aprovechar mis horas libres para prepararme.

- ¿Cuál es su siguiente parada?
- Austria, este mismo fin de semana. La segunda prueba de la Copa del Mundo de paraescalada.

- Medalla de bronce en la primera prueba el pasado junio en Italia. ¿Satisfecho con el resultado?
- Me quedé a tan solo diez centímetros de mis rivales, a un solo movimiento. Eso en escalada no es nada. Pero sí, contento.

- ¿Cómo se desarrolla una prueba de paraescalada a este nivel?
- El equipo lo formamos unas ocho o diez personas. Cada uno compite en su categoría, en mi caso la B1, la de los escaladores completamente ciegos. Comenzamos en un panel desplomado y cada vez se va haciendo más duro hasta que llegas al final. Los escaladores van cayendo en las eliminatorias hasta que quedan los tres finalistas que se juegan las medallas.

- ¿Cómo y cuándo surgió la idea de practicar escalada deportiva?
- Fue cosa mía. Mis amigos la practicaban y cómo a mí me gusta la montaña me decidí a hacerlo. Son ya cinco años entrenando con ellos, la escalada es un mundo duro y cada año vamos mejorando.

- Pero no es nuevo en esto del deporte de alto nivel.
- No, participé con el equipo español de natación en los Juegos paralímpicos de Sydney, en el año 2000.

- ¿Cómo es el entrenamiento durante los periodos de competición?
- Unas tres o cuatro horas al día todos los días de la semana. Si tengo tiempo me gusta ir a escalar a sitios duros, de roca, pero la mayoría del tiempo lo hago en rocódromos. Es importante también la relajación y los masajes de después en manos y brazos. Eso como quiromasajista lo sé bien.

- ¿Cómo gestiona el entrenamiento y el trabajo? ¿Se puede vivir de la escalada?
- A mi nivel no. Yo acabo de llegar a esta clase de competiciones y ahora me reviento para mantener ambas cosas. Hoy me he levantado a las cinco y media para entrenar y a las doce tengo que estar en es Canar dando masajes. Pero bueno, con los últimos resultados conseguidos he logrado el certificado de deportista de élite, así que desde octubre recibiré algo de ayuda económica extra.

- ¿Reciben apoyo por parte de la federación?
- Sí, la Fedme (Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada) nos lleva todo lo internacional. A nivel nacional cada uno ya funciona con su comunidad. Cada vez está mejor porque los resultados están siendo buenos a todos los niveles, y cuantas más medallas ganamos, más presupuesto tenemos, más gente viene y más viajes podemos hacer.

- ¿Qué problemas añadidos encuentra una persona ciega cuando se aventura en la escalada?
- No encuentro inconvenientes por ser ciego, con la gente con la que voy está todo muy coordinado. Estamos sincronizados, la clave es sentir la cuerda y si alguien cae, asegurar rápido. La escalada es un deporte donde prima la seguridad, es importante que las cosas se hagan bien y que se mantenga la calma.

- ¿Tiene hambre de más medallas?
- Sobre todo de París. Es el campeonato del Mundo y va a ser mi primera vez en algo tan fuerte. Es muy importante y quiero dar la talla cuando vaya en septiembre.

Una vez que acaba la entrevista, Javier se pone en pie sin perder el tiempo y con delicadeza comienza a recorrer con su mano todas las presas de la parte más baja del rocódromo, cómo si tratara de memorizar su tacto una a una. Mientras tanto, Ama continúa medio dormida sobre la colchoneta a la espera de que acabe un día más de entrenamiento.

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