Hugh Herr es el nombre del día en el campo de la Ciencia. Acaba de fallarse a su favor el
Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica,
en el que competía con otros candidatos como la bioquímica española
Margarita Salas. Era uno de los favoritos y ya fue uno de los aspirantes
en 2011, cuando el galardón aún se denominaba Príncipe. Su mérito: el
diseño y
desarrollo de las primeras piernas biónicas tecnológicamente más avanzadas, inspiradas en el movimiento humano.
"El sistema mecánico de sus dispositivos logra una marcha más natural y
no suponen un aumento de esfuerzo físico", señala Eduardo Rocón,
científico investigador del Centro de Automática y Robótica (CAR) del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El propio
Herr lleva las prótesis que él mismo ha diseñado. "Recuerdo en una de
sus conferencias, a la que asistí, en Boston, en la que al final se
levantaba los pantalones y mostraba las prótesis de las que nos había
hablado a lo largo de su charla", puntualiza Rocón.
Sólo tenía 17 años (en 1982) cuando en una escalada en el Barranco de Huntington (Nuevo Hampshire)
tuvo la mala suerte de ser sorprendido por una ventisca y temporal de
nieve que le mantuvo tres noches perdido a temperaturas de 30 grados
bajo cero. Iba con su compañero y alpinista Jeff Batzer. Tras el
rescate, por el grave congelamiento sufrido, tuvieron que amputarle las
dos piernas, por debajo de las rodillas. Traumatizado por la muerte de
uno de los voluntarios que ayudó a su rescate, este biofísico decidió
volcarse en el diseño de piezas protésicas para volver a escalar y para
ayudar a otras personas que, al igual que él, carecen de extremidades.
Las
prótesis robóticas que en un principio le pusieron no le parecieron lo
suficientemente buenas, por lo que decidió mejorarlas. Fue entonces
cuando
inició sus estudios de Ingeniería Mecánica en el Instituto de Tecnología de Massachusetts
(MIT), ya se había licenciado en Física en la Universidad de
Millersville, y después se doctoró en Biomecánica en la Universidad de
Harvard. Primero, construyó piezas de madera y metal, las actuales están
hechas de silicona, titanio, aluminio y carbono, tienen sus propias
baterías y están programadas con información descargada de un ordenador.
Hoy, 34 años después de su intenso estudio en prótesis de
extremidades, este ingeniero mecánico y biofísico estadounidense (nació
en 1964 en Lancaster, EEUU) dirige el grupo Biomecatrónica en el MIT
Media Lab, en el que crea estas revolucionarias piernas biónicas y por
las cuales logra el esperado Premio Princesa de Asturias de
Investigación Científica y Técnica.
"El trabajo que realiza junto a su equipo es espectacular",
señala Rocón, quien forma parte de un proyecto europeo en el que
participa uno de los alumnos de Herr. "Su secreto se centra en el diseño
de un sistema de actuación que genera las fuerzas suficientes como para
que la marcha sea lo más parecida a la humana, amortiguando cuando se
apoya el talón y liberando energía cuando se despega el pie para seguir
caminando". Se trata de un mecanismo sofisticado y rompedor".
Prótesis 'bioinspiradas'
Dicho
grupo de científicos se encarga de desarrollar piernas, rodillas y
tobillos conectados a los nervios a través de sensores. Estos transmiten
las órdenes del movimiento exacto que el cerebro quiere realizar con la
pierna ausente. El objetivo es imitar el movimiento de los músculos
basándose en el cálculo de la presión que requiere cada paso de una
persona con las mismas características en cuanto a peso y a estatura,
por ejemplo. Es decir, "sus prótesis están inspiradas en el
funcionamiento de las extremidades de las personas. Se basan en el
funcionamiento de las rodillas, los tendones, los músculos...", expone
Eduardo Fernández, director del grupo de Neuroingeniería Médica de la
Universidad Miguel Hernández de Alicante. Según este especialista,
existen otras prótesis también "bioinspiradas", pero
"Herr ha sido el pionero".
En definitiva, las prótesis de Herr están equipadas con
microprocesadores que reciben información continua de la posición de la
articulación y de las fuerzas que se aplican sobre la misma, después la
transmite a los receptores para que se muevan y adapten a circunstancias
exteriores, como una rampa, terreno de cemento, tierra... El avance que
han supuesto es que no funcionan como un estereotipo programado sino
que se adapta al exterior".
Las piernas biónicas de Herr
"permiten un grado de independencia inimaginable para los amputados
hasta hace relativamente pocos años, cuando las prótesis se usaban para
apoyarse y tener una marcha limitada", comenta Ángel Gil, jefe del
servicio de Rehabilitación del Hospital de Parapléjicos de Toledo. En la
actualidad, y a partir de ideas inspiradoras como las he Herr, "ya se
puede optar a prótesis más complejas que permiten hasta correr". Con las
de este premiado Princesa de Asturias 2016, "se puede hasta escalar,
incluso
bailar.
Ofrece una riqueza de movimientos que antes no teníamos". Sus avances
"implican mejor interacción entre los músculos del muñón y las prótesis,
hay mejor control neural y los materiales que se utilizan se adaptan
mejor a cada momento del movimiento (pierna apoyada o en el aire)".
Precisamente
gracias al desarrollo de sus extremidades biónicas, este estadounidense
ha podido volver a practicar su deporte favorito, su pasión, la
escalada. "Su ejemplo es llamativo. Superó una situación adversa difícil
para dedicarse a la investigación aplicada. Ha demostrado el
significado de resiliencia", subraya Fernández, quien además de
alegrarse por su premio como reconocimiento a su trabajo, se muestra
entusiasmado porque
dicho galardón "pone en valor la apuesta multidisciplinar de la ciencia".
Esto es importante porque este tipo de problemas no se solucionan sólo
desde el punto de vista de la ingeniería. Como ha hecho siempre Herr,
también "hay que tener en cuenta los sistemas biológicos y
fisiológicos". Salvando las diferencias evidentes y como comparativa
para entender mejor, "los aviones vuelan muy bien, pero sus alas no se
mueven".
Durante su trayectoria en la investigación aplicada, Herr
ha desarrollado múltiples diseños capaces de ayudar a personas con
discapacidades, algunos bastante conocidos en su ámbito, como la rodilla
artificial Rheo Knee, controlada por ordenador; y el 'PowerFoot', el
primer pie robótico que da a su portador un paso natural y le permite
subir y bajar colinas.
El 'PoerFoot' fue nombrado uno de los mejores inventos de 2007 por la revista 'Time'.
Además, ha sido galardonado, entre otros, con el Premio Heinz de
Tecnología (2007) y el Action Maverick y Spirit of Da Vinci (2008).
No
sólo consiguió ser reconocido como uno de los mejores escaladores de
EEUU, también es muy respetado en la comunidad científica por sus logros
en bioingeniería.
Su tesón le ha llevado a publicar más de 60 estudios en el área de rehabilitación y es titular o cotitular de más de una decena de patentes.
El
año pasado, el Premio Princesa de Asturias recayó en las bioquímicas
Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna por sus trabajos en la edición
del genoma. Este año optaban 34 candidaturas a este galardón, que está
dotado con 50.000 euros y otorga una reproducción de una escultura de
Joan Miró, un diploma y una insignia que tradicionalmente entrega el rey
Felipe en octubre en el Teatro Campoamor de Oviedo.