domingo, 28 de febrero de 2016

Un proyecto peculiar y ejemplar

El club dedicado al desarrollo del deporte adaptado dio con la clave del éxito después de que su patrocinador principal creara una empresa de servicios que ofrece trabajo a los jugadores

 El proyecto del Club Deportivo El Cid trasciende la pura competición e, incluso, saca lustre a los valores intrínsecos del deporte. La entidad burgalesa ha dado forma a un exitoso modelo de gestión que fomenta la actividad de las personas con discapacidad física y que facilita su integración en el mercado laboral.

Este planteamiento global y ejemplar hacen único a un club creado en 1980 al abrigo del primer Tizona con el objetivo de dar protagonismo en la sociedad a los discapacitados. «Los pioneros tuvieron un punto de locura», explica Carlos Alonso, actual responsable deportivo.
Esas «ganas de salir y de hacer deporte» dieron vida a una idea que entró en un periodo de hibernación para reaparecer a finales de los 90 de la mano de José Luis Cuevas. Era el momento de «sacar adelante» un empeño que, por entonces, ya contaba con la colaboración de Mariano Sáiz. Así, una nueva crisis interna en los albores del siglo XXI obligó a los responsables directivos a tomar decisiones valientes. «El proyecto no podía desaparecer y el grupo empresarial de Sáiz se implicó en la dirección para liderar una nueva forma de llevar un club deportivo», recuerda Alonso.
El patrocinador principal es ahora parte activa del día a día de una entidad que dio con la clave del éxito. «No tenemos medios para crear una estructura deportiva profesional, pero sí se pueden crear herramientas para atraer jugadores y se apostó por dar vida a una empresa de servicios que ofreciera trabajo a personas con discapacidad», señala.
Servigest nació como un «soporte para el equipo» y hoy cuenta con 150 trabajadores. Entre ellos hay seis jugadores del CD El Cid, sin olvidar a otros compañeros que pasaron en su momento por la empresa. «Es un proyecto global», señala Alonso. «Siempre explicamos que ésto es un triángulo. El vértice es la discapacidad y de ahí salen el empleo y el deporte», resume.
En su día, el CD El Cid creó conexiones con China. Sin embargo, la parte deportiva del propósito no encontró la continuidad deseada. Así, el club se centra ahora en la formación de nuevos practicantes, un factor esencial teniendo en cuenta que un equipo de deporte adaptado «no tiene una estructura de cantera como otras disciplinas».
Los responsables tienen claro que esta idea está diseñada «por y para la gente de Burgos». Por ello, El Cid también está volcado en su papel de instructor en la Escuela Municipal de Deporte Adaptado. Esta iniciativa, novedosa en España en el momento de su creación, cuenta actualmente con la participación de 25 personas y la entidad se encarga de su funcionamiento. Esta herramienta es vital para el fomento de la práctica deportiva, aunque ello no implica que todos los integrantes de la Escuela lleguen algún día al primer equipo. «Una cosa es disfrutar del ocio y otra es que puedas competir porque depende, entre otras cosas, del grado de discapacidad de cada uno», comenta Alonso.
Y es que el baloncesto en silla de ruedas tiene unas «necesidades específicas» que lo hacen diferente en su día a día. Esta es una disciplina muy particular y los integrantes del equipo colaboran en aquellas labores necesarias fuera de la pista. «Todos hacen de todo. Por ejemplo, Marcio y Helder se encargan del departamento mecánico, pero todos son admirables», resume Alonso.
Y es que el deporte ofrece una alternativa muy valiosa para los discapacitados físicos. «Helder dice que daría dinero por jugar. El equipo crea un rutina, un mundo donde refugiarse con gente que les entiende. Podrían quedarse en casa, pero tienen ganas de hacer cosas porque son gente activa», valora.

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