Ángel López soñaba con ser soldado o
miembro del equipo de rescate de la Guardia Civil, pero tal día como
hoy, hace exactamente trece años, su ilusión y su proyecto vital se
vieron truncados por un accidente de tráfico. Este
asturiano -nacido en la localidad de Serantes, en 1984, muy aficionado
al deporte y que incluso ejerció como socorrista durante algunos
veranos- ingresó en febrero del 2002 en la Academia de Infantería de
Toledo donde se preparó para ser soldado. Tras su época de formación, lo
destinaron al cuartel asturiano de Noreña y un año después, una imprudencia al volante hizo que su vida cambiase por completo.
Tenía aún 19 años cuando una noche regresaba al cuartel con dos compañeros
después de cenar en un pueblo vecino. Pasaban de las dos de la
madrugada y a un kilómetro del cuartel, el Opel Astra que conducía se
salió en una curva por exceso de velocidad. Al copiloto no le pasó nada;
el que viajaba en la parte de atrás solo sufrió un golpe en la cara,
pero Ángel fue el peor parado: se quedó tetrapléjico.
«El accidente se produjo por mi culpa. Fue en una curva pronunciada, el
firme estaba mojado, el coche se fue de atrás y chocamos violentamente
contra un árbol», explica. Desde el primer momento fue consciente de lo
ocurrido. Vio que sus compañeros estaban vivos a pesar del brutal
impacto, pero luego se desmayó y cuando se despertó ya estaba en el
hospital. Tras pasar un tiempo en la UCI con un compás en la cabeza y
sacos de peso colgados en los pies que le ayudaban a estirar la columna,
entró en quirófano para operarse de la vértebra rota: la cervical seis.
Consciente del difícil panorama que se le presentaba,
se armó de coraje y decidió seguir adelante. «Al principio ves todo
negro, pero desde el primer momento me centré en recuperarme. No quería
ser un dependiente. Así que intento hacer mi vida de forma autónoma y,
de hecho, la hago como si estuviese de pie. Creo que la vida es la que
te toca, y de nada sirve deprimirse. En mí está la decisión de vivirla
bien o sin calidad», explica Ángel, que ahora vive solo en su piso de
Ribadeo y hace una vida completamente normal y autónoma.
Cada día se levanta solo, hace las tareas domésticas,
practica gimnasia en una habitación que tiene destinada a ese fin y
luego sale en bicicleta o en silla de atletismo para correr y entrenar.
Porque Ángel es todo un deportista y de su valía y
constancia dan fe las trece medallas que tiene colgadas en el salón de
su casa. Lo fue antes de estar en silla de ruedas y lo sigue siendo
ahora. La pasión por el triatlón lo llevó a gastar unos diez mil euros
en una equipación especial y actualmente es el único tetrapléjico que
compite a nivel nacional.
Mejoría gracias al deporte
Tres años después del accidente, Ángel ya comenzó a notar alguna mejoría en su movilidad.
Entre la rehabilitación y el deporte empezó a recuperar sensibilidad en
las manos. Ahora es capaz de preparar su comida y hacer las tareas
domésticas sin ayuda ni asistencia, y cree que con el tiempo y su
esfuerzo puede seguir ganando movilidad y calidad de vida. «El equilibrio todavía me cuesta, pero las manos continúan mejorando»,
explica este vecino de Ribadeo que, a pesar de sufrir un accidente de
coche tan grave, no le cogió miedo a conducir y sigue al volante con un
vehículo adaptado. «No tengo miedo a la carretera porque ese accidente
se produjo por una imprudencia mía. Cambié mucho como persona y ahora
pienso mucho más las cosas», reconoce.
Un vecino de Vilalba -Jaime Arias Paz, de 71 años de
edad- murió al volcar el tractor que conducía en una pista de la
parroquia de Codesido, en la que vivía. Fue hallado ayer por la mañana,
horas después de que hubiese ocurrido el accidente, en el que quedó
atrapado bajo la cabina del tractor, aplastado por el asiento, y en el
que debió de fallecer prácticamente en el acto. La pista donde ocurrió
el accidente sale de una carretera que comunica el municipio de Vilalba
con el de Xermade. Personal del parque de bomberos, de Protección Civil y
agentes de la Guardia Civil se desplazaron al lugar, aunque la
excarcelación no fue particularmente difícil.
Parece que el hombre, ya jubilado, volvía a su casa,
situada en una zona que dista unos tres kilómetros del lugar del
accidente. Últimamente, al tener el coche en el taller, usaba para sus
desplazamientos por la zona el tractor.

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