Aimee Mullins es brillante. Es bella e
inteligente. Es sexy, atlética y exitosa. Es modelo, actriz, activista,
deportista, trabajó en el Pentágono y ha sido embajadora de una de las
marcas de belleza más famosas del mundo. Os contamos la increíble
historia de una mujer que no tiene piernas pero que nos demuestra que es
posible caminar con otros zapatos.

Aimee Mullins llegó al mundo en Pennsylvania, Estados Unidos, en el año 1976. Y desde ese momento convive con una enfermedad llamada hemimelia fibular, una patología que afecta las pantorrillas y los pies haciendo que crezcan hacia adentro. A causa de ella, antes de cumplir su primer año de vida perdió ambas piernas.

“La mayor discapacidad que uno puede crear para sí mismo es la idea de normalidad”, es su frase favorita. También su lema de vida. Amante del deporte, en los Juegos Paralímpicos de Atlanta’ 96 rompió récords en 100 y 200 metros y en salto en largo. Además, tiene el mérito de haber sido la becaria más joven del Pentágono, trabajó como modelo para las revistas más importantes del mundo, desfiló para Mcqueen y fue elegida como una de las 50 personas más hermosas del mundo por la revista People. Sin embargo, nunca dejó de dar charlas sobre motivación y de colaborar con organizaciones sin fines de lucro, en particular con la Women’s Sports Foundation (FSM).


El 2011 L’Oreal París la invitó a ser rostro de una campaña y ante la pregunta de cómo ella llegó figurar de tal manera y a ser rostro de una marca de belleza, Aimee respondió:
“La belleza es la expresión personal de la identidad de uno mismo, y cada uno crea y recrea esa identidad a lo largo del ciclo vital”, sostiene la modelo. Una mujer que convirtió su discapacidad en una “supercapacidad” a través de sus ganas de superación, su voluntad y su empuje. Un verdadero modelo de vida.










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