Moisés, un fisioterapeuta con retinosis pigmentaria, se encuentra preparando junto a su guía, Álvaro, su participación en el próximo Mundial de Paraduatlón que acogerá Avilés en mayo
Fueron horas de dolor y de angustia debido a la mala organización del Campeonato del Mundo de triatlón que estaba disputando. Abandonado sobre el alquitrán y con el hombro destrozado, esperó durante algo más de dos horas a la ambulancia que debía atenderlo. Moisés se encontraba por entonces preparando su participación para los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro. Sabía ya que el sueño se le escapaba, aunque daba las gracias por haber vuelto a nacer en una carretera de la vieja Inglaterra. Hoy, el caso está en manos de la Justicia. Reclama el corredor los perjuicios sufridos por la negligencia de una Federación Española de Triatlón que desatendió a quienes en aquellos momentos estaban representando a España en una competición del más alto nivel.
Esta es la historia más reciente de Moisés Osuna, que nació en Sevilla allá en por el 78 para volar bisoño a Madrid y estudiar Fisioterapia. Allí, a la vez que se formaba, comenzó a degustar la pasión por las dos ruedas y el atletismo. Hace una década, este hispalense al que la aventura le corre por las venas, decidió que su nueva casa la iba a estar en las faldas de Sierra Nevada. En el Camino de los Neveros, Moisés ha abierto su propia clínica de rehabilitación junto a su socia Sandra Fernández. Dice, que ella ha sido la artífice de su recuperación durante estos tres años en los que a él le tocó ejercer de paciente.
Una historia extraordinaria
Hasta aquí, podría tratarse de una historia como otra cualquiera. La
aventura de un empresario que decide asumir sus propios riesgos en la
sanidad privada sin dejar de lado sus anhelos deportivos. Sin embargo,
lo que la hace extraordinaria es saber que Moisés, como su compañera en
la clínica, es invidente. Y por eso cuenta que se siente un
«privilegiado» por disfrutar del deporte que le gusta y ejercer la
profesión que le apasiona.Nació con retinosis pigmentaria, que es una patología que afecta a las retinas. Esta circunstancia hace que quien la padece vaya perdiendo la visión periférica de forma degenerativa. Moisés, tampoco tiene estímulos en los cambios de luz. Para él, es como si el día siempre estuviera nublado. Un cambio súbito de claridad le provoca una ceguera momentánea, por lo que huelga decir que una visión tan reducida, equivale prácticamente a una ceguera total cuando se practica un deporte de velocidad.
Ahora, este granadino de adopción anda preparando el próximo Mundial de Paraduatlón que se disputará el próximo mes de mayo en Avilés (Asturias). Lo hace con el apoyo de su equipo, el Triatomix MBikes y la ayuda de un nuevo guía, Álvaro Jordán, quien está aprendiendo a manejarse en estas lides con la ayuda de Moisés.
«Un guía es un GPS»
«En este deporte, un guía es literalmente un GPS. Cuando corremos a
pie, él me va narrando si tenemos una curva derecha a noventa grados,
por ejemplo. Entonces me lo dice, me empuja con el hombro y ahí es
cuando yo sé que debo comenzar a girar. Si por ejemplo hay un resalto,
tira de mi brazo hacia arriba para que yo levante más los pies. Todo
esto requiere de una coordinación perfecta entre ambos», refiere.En el tándem, la relación es distinta. «Aquí hablamos más de ritmos, él me dice en qué puesto vamos y acordamos si apretamos la marcha o controlamos las fuerzas», explica Moisés para que Álvaro, que escucha atento, remate: «da tiempo hasta de contarnos algún chiste», bromea.
Y es que, para Álvaro Jordán, corredor de circuitos provinciales y regionales a pie y en bicicleta, la del deporte adaptado para invidentes está siendo una experiencia muy enriquecedora, «es distinto, a todo lo que había hecho antes. Aquí, es muy importante la compenetración entre compañeros y para eso hay que conocerse bien. Sabes que en una carrera de 90 kilómetros nunca vas a estar solo y eso da para mucho. Por ejemplo para animarte o recordarle a tu compañero comer e hidratarse. Es un deporte de equipo», señala.
«Creo que el deporte me ha aportado libertad», dice Moisés. «Me ha servido para llevar mis reflejos al límite. Por ejemplo, una salida de carrera con dos mil personas me ha servido para desenvolverme mejor en mi vida diaria. Creo, que cuando quieras hacer algo no debes pensarlo como un ciego, sino como cualquier persona», resuelve.
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