Aunque la lucha con espadas se remonta miles de años, el deporte de la
esgrima tal y como lo conocemos hoy proviene del siglo XIX. La modalidad
en silla de ruedas fue desarrollada por el precursor de los Juegos
Paralímpicos, sir Ludwig Guttman, en Stoke Mandeville, donde se
rehabilitaban los soldados británicos heridos en la II Guerra Mundial.
La
esgrima es una combinación de fuerza, velocidad, técnica y táctica. Los
tiradores compiten sujetos a las sillas de ruedas, que a su vez van
ancladas al suelo, lo que les confiere una mayor libertad de movimientos
en el tronco y el tren superior. La longitud del área de juego la
determina el deportista que consiga menor distancia al extender el
brazo, y puede decidir si la separación entre ambos rivales será la de
su alcance o la de su oponente.
En la esgrima paralímpica se
utilizan tres armas. Tanto en el florete como en la espada, que es algo
más pesada, la puntuación se consigue al tocar al rival con la punta del
arma. En el sable, además, se puede golpear con el filo. El florete
sólo puntúa si alcanza el torso del oponente, en tanto que la espada y
el sable pueden tocar en cualquier punto por encima de la cintura.
La
inclusión de la esgrima en silla de ruedas en el programa paralímpico
se produjo ya en los primeros Juegos, los de Roma 1960. En Seúl 1988 se
introdujo un nuevo sistema de clasificación que permitía competir juntos
a los deportistas con discapacidades diferentes.
https://www.youtube.com/watch?v=jUs3oUA61nA&feature=youtu.be
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