Cuando en la escuela le preguntaron qué quería ser de mayor, Elena Congost
lo tenía claro: atleta. Destacaba en cross, saltos de longitud y
pruebas de mediofondo, aunque su vida ha sido una carrera de obstáculos.
Desde que nació tuvo que lidiar con una enfermedad ocular que hace que
sólo disponga del 10% de visión. Pero nada le ha frenado y su palmarés
avala su sacrificio y talento: 4 platas en europeos, 4 medallas en
mundiales y una plata en los Juegos Paralímpicos. Ahora va a por otro
reto, el oro en los 42 kilómetros de la maratón en Río de Janeiro.
“Todo se puede alcanzar aunque cueste
más, nunca he dejado de intentar algo que me apasione por más barreras
que haya en el camino”, asegura. La catalana ve luces y sombras, de
forma distorsionada y borrosa, no distingue bien el ambiente que le
rodea. “Ante un problema así no hay que hundirse ni quedarse con el ‘no
puedo’, sino buscar soluciones y seguir adelante. Los límites y los miedos nos los imponemos nosotros y con esfuerzo somos capaces de superarlos”, sostiene.
En el patio de su colegio ya despuntaba,
quería emular a aquellas deportistas que veía por televisión. “Nunca
fui consciente de la enfermedad visual que tenía, por tanto, siempre luché por hacer todo y ser igual que el resto de mis compañeros.
Quise hacer atletismo y tuve que convencer a mi entorno porque no lo
veían claro, al final lo conseguí. Ha sido una superación diaria”,
apunta.
Del colegio a los Juegos
Empezó a competir de la mano de la ONCE y
con 14 años disputó su primer Mundial: “Uno de los mejores recuerdos
que tengo fue cuando logré la marca mínima para los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004,
fue algo increíble. Lo pasé algo mal cuando entré al estadio olímpico,
estaba lleno de gente y parecía que se me caía encima, sentí una presión
para la que no estaba preparada, era una niña”.
Después llegaron los Juegos de Pekín 2008 (fue 6ª) y los de Londres 2012, donde fue plata en 1.500 metros.
“Ya sabía que me tocaba hacer algo grande, estaba en esa madurez
deportiva y salió un gran resultado”, recuerda, pero la alegría no fue
completa: “Cuando buscas patrocinadores o marcas que te apoyen, siempre
te piden resultados. Fui a Londres, gané la medalla y al regresar a
España todo seguía igual, ninguna empresa apostó por mí ni ningún club
me abrió las puertas”.
Una vez más Elena esquivó un nuevo obstáculo, cambió de entrenador, fichó por el Manresa y volvió a brillar batiendo los récords paralímpicos del mundo en 3.000, 5.000 metros y medio maratón
-también posee el de 10.000 metros-. Se pasó a la prueba de maratón (42
kilómetros) y en su debut se proclamó subcampeona del mundo con un
tiempo de 3:02:50. “Todavía ninguna marca ni entidad se ha interesado
por apoyarme. Hay días que me levanto con mucha rabia y me pregunto por
qué otras personas que sin ser deportistas tienen grandes ayudas, pero
luego me doy cuenta de que lo hago por amor al arte”, lamenta.
Nuevo desafío
La fondista ya tiene pasaporte para Río
de Janeiro en la prueba de maratón. “Cambié de distancia porque siempre
me ha gustado y porque se va a estrenar en unos Juegos Paralímpicos y para mí es un caramelo, un nuevo desafío, quiero hacer historia”,
dice esta diplomada en Educación Física y Educación Social. El cambio
de modalidad no ha sido fácil: “Lo peor ha sido a nivel mental, el
acostumbrarse a sufrir durante tanto tiempo y el desgaste físico. Ahora
paso a hacer 150 kilómetros a la semana cuando me preparo para una
competición”.
También ha tenido que adaptarse a correr
en el asfalto, donde no ve las curvas, pequeños baches o algún
desnivel. “Es crucial tener confianza y buena comunicación con mi
entrenador para evitar choques o imprevistos. Roger Esteve es mi guía, mis ojos, mi copiloto,
me avisa donde está la curva o coge los avituallamientos, que son casi
como una guerra donde vuelan las botellas de agua”, bromea.
Ya piensa en la cita de Brasil, pero
antes disputará el campeonato de España y una media maratón para
acumular rodaje en sus piernas. “Las condiciones climatológicas en Río
serán muy duras, el circuito es paralelo al mar en la playa de
Copacabana, y además de tener esa perseverancia y forma física, hará
falta ser más fuerte de cabeza y jugar una buena táctica. Soy ambiciosa y voy a por el oro en Río.
El objetivo es subir a lo más alto del podio, es por lo que trabajo tan
duro, es la motivación que me mueve cada día”, palabras de Elena
Congost, una deportista sin límites.
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